El cine según Lleanluc

Una visión irónica del cine posmoderno.

Monday, August 21, 2006

Quentin Tarantino


Hace bastantes días que no me enfrento a ninguno de los subproductos que algunos conocen por postmodernidad. Palabra vulgar donde las haya. La modernidad ya es una palabra suficientemente moderna como para utilizar otra. Envidiosos aquellos que no son capaces de emocionar con el plano. Porque queridos amigos lectores de esta página, el plano lo es todo. El plano supura verdad, una verdad que golpea al espectador como una buena patada en el culo. Me encantan las patadas en los traseros. Pero volvamos al tema que tratábamos. La esencia del cine es el plano y su composición. Horas, meses… incluso años he llegado a dedicar a cada una de esas unidades fílmicas. ¿Quién osaría entonces discutirme? ¿Quién osaría alterar el fruto de una mente en funcionamiento, destinada a revelar los secretos que la imagen oculta a la insignificante mirada del espectador? Dadme un buen plano y que le den a todo lo demás. Por ese motivo, el director, está obligado a adoctrinar al espectador en la maravillosa esencia del plano secuencia. Debe recrearse con cada milímetro del espacio fílmico. Beber de la fuente que es la imagen hasta llenarse y tener un ataque de gases, seguido de sus correspondientes flatulencias (pedos en francés). Todo espectador que renuncie a la contemplación será sometido a un severo castigo con ramas de olivo (obviamente atizados en su trasero). Pero la digna labor del realizador se ve empañada con personajes lamentables como el señor Tarantino. Su renuncia al esplendor cinematográfico supone la derrota de años y años de insigne enseñanza teórica de maestros de la talla de Bazin. Quien se haya sumergido en sus páginas descubrirá el mensaje atacado por este realizador norteamericano de segunda fila. La incapacidad de reconocer los planos a la que me vi relegado no es más que un síntoma de una sociedad desganada y sin autoridad moral ni política. ¿Dónde quedan los realizadores progresistas como yo que buscamos la rebelión a través de la imagen? ¿Cómo habría hecho este señor una obra de la talla de La chionise? Son temas que rondan en mi cabeza al presenciar atentados fílmicos como Kill Bill 1 o Kill Bill 2. Por mucho que lo intentase, la imagen me superaba. Mis clásicos cinco o diez minutos de reflexión tras contemplar cada plano se veían reducidos a uno o con suerte dos. ¿Cómo puede el espectador entender una película sin entender el porqué de cada plano? ¿Nos estamos volviendo locos o qué? Queridos amigos de la modernidad cinematográfica, la causa os llama para evitar que esto siga sucediendo. Adorad al plano y huid de los falsos ídolos. Tarantino es malo (aunque muchos de mis colegas se hayan dejado llevar por su verborrea). El plano debe ser salvado de la dictadura del time code. Huyamos de estereotipos comerciales. Que vuestros hijos no vean animación japonesa y contemplen la naturaleza durante horas. Sólo así podremos salvar a la siguiente generación, pues la actual está perdida. Amigos modernos, la lucha no ha hecho más que empezar.

Sunday, May 28, 2006

Oda a la gafapasta


Ea, suave Gafapasta,

Tu dulce contacto me embriaga,

Al ver una película de tan alta casta

Que a los ignorantes empalaga,

Ese celuloide que amamos

Los que obsesos del cine nos consideramos.


Inspirado en “Oda a la musa”, de Stesicoro

Friday, May 26, 2006

Matrix Reloaded


He de reconocer que soy un hombre de pocos amigos. Por mucho que os cueste imaginar, la gente cuando me conoce como que se enfada conmigo. Que si soy un impertinente, que si me podría callar la boca, que a quién coño le importan mis comentarios… ¡Que les den a todos! Uno de los pocos que me queda me cogió desprevenido un día mientras andaba por mis queridos campos Elíseos (filmando con el móvil la segunda parte de Al final de la escapada, que pienso titular Al final de la escapada no hay una puta mierda y yo soy Dios, proyecto del que les hablaré algún día) y me comentó que en un cine cercano proyectaban la continuación de una de las más reconocidas obras del cine posmdoderno: Matrix: Reloaded. A mis incesantes preguntas de a qué se debía semejante pasión el pobre desgraciado balbuceó extrañas palabras sobre computadoras que hablaban y cámaras rotatorias. Semejante artefacto fílmico hizo que acudiera raudo y veloz a la siguiente proyección. Nada más llegar el algarabio de unos jovenzuelos llamó mi atención. Hacía tiempo que no veía semejante fauna rondando por un edificio de estas características, cosa que me llenó de miedo. Como pude los evité y me metí en la sala, con la sorpresa de encontrarme con cientos de esos especimenes, con camisetas negras y aceitosos rostros. Por un momento pensé en irme lo más lejos que pudiera, pero pensé para mí: “Godard, échale cojones” y me acomodé en la última fila, lo más pegado posible a la pared. Las luces se apagaron y parapetado en mi butaca me dispuse a presenciar la preciada película. A los pocos minutos de película empecé a maldecir a mi anteriormente mencionado amigo. De mis espalda, cual fragata mercantil, surgieron repentinamente unas ondas sonoras de un alto volumen, que rompieron mis amadas gafas. Mi cuerpo se estremeció al ver como mis gafas de pasta caían al suelo al mismo ritmo que las imágenes se sucedían en la pantalla. Me sentía desnudo sin ellas. Aquella película me había golpeado donde más me dolía. Entonces, he de reconocer, empecé a llorar como un niño. La imagen de mis gafas en el suelo provocó en mí una sensación de abatimiento que nunca antes había sentido. Estaba solo en esa sala rodeado de unos jovenzuelos que clamaban a la pantalla. ¿Qué estaba pasando? ¿Qué era todo eso que ocurría? ¿Es esto el cine posmoderno? En ese momento recordé a todos mis antecesores, a Renoir, Mizoguchi o al hijoputa de Truffaut. Debía resistir por ellos. Así que me enfundé de nuevo las gafas y aguantándolas con la mano aguanté el resto de la proyección. El lenguaje de la película era confuso y anodino. Me sorprendió que no hablasen de la gente ni del cine. Era un lenguaje críptico cual programa informático. Entonces vi la luz. La bella Bellucci hizo acto de presencia y como acto de gentileza empecé a masturbarme lentamente. Pero a medida que pasaba la escena, se hacía más presente que no se le verían las pechugas. ¿Qué clase de posmodernidad es esta que no muestra el pechugar femenino, el elemento más artístico de la creación? Guardándome mi falo en el calzón continué en un estado alucinógeno ante la serie de imágenes y diálogos pseudoinformáticos que se mostraban ante mí. Entonces llegó una escena que aparentemente era esperada por la audiencia, pues todos callaron y escucharon con atención. El tal Neo charlaba con un viejuno que le hablaba en un lenguaje pseudocientífico que se me escapaba. No puede más. Me levanté y grité a todo pulmón (como los altavoces que rompieron mis hermosas gafas): “¿Qué clase de mierda es esta?”. Los chicos se percataron de mi presencia y me señalaron con el dedo: “¡Hijoputa, que nos jodes la película!”. Entonces vi el odio en sus ojos y antes de que hicieran nada, salí de esa sala a toda prisa. Volví a los Campos Eliseos, donde me esperaba sonriente mi amigo. Sin mediar palabra le pegué un puñetazo en el mentón. No me ha vuelto a llamar. El cine posmoderno había ganado la primera batalla.

Unas palabras a modo de (re)presentación


Hola, queridos y queridas jóvenes amantes del cine. Soy el mítico director de cine francés, Jean-Luc Godard, Lleanluc para mis amigos. Y ahora vosotros también formáis parte de tan selecto club. En primer lugar querría presentaros mi blog: “El cine según Lleanluc”, un lugar que espero se convierta en referente para todos los que nos consideramos amantes del cine moderno y tenemos que tragarnos las soberanas mierdas que nuestras carteleras nos ofrecen. Por fin dispondremos de un punto en el que poner en común nuestra percepción de ese maravilloso arte que es el Cine. Cine con mayúsculas, del bueno, del que terminas de ver y no paras de darle vueltas. Cine de pensar, como los libros. Partamos de la base: es más importante el pensar que el mirar. Embarquémonos juntos en este viaje sin retorno, en búsqueda de la modernidad en el cine contemporáneo. Ya está bien de silenciarnos en público, la modernidad está más viva que nunca y tiene ganas de guerra. ¡Preparaos, directores posmodernos de pacotilla! ¡Cuidado Tarantinos y Raimis! ¡JEANLUC HA VUELTO A LA CIUDAD!